Las duras peleas en la puerta del Abasto

Por Evangelina Himitian
Diario La Nación
23-10-11


El mundo adulto tomó conocimiento de la existencia de las tribus urbanas cuando las peleas entre los floggers y los cumbieros se apoderaron de la puerta del Abasto, a mediadios de 2008.
Por un lado, estaban los chicos de clase media alta, que se vestían con colores flúo, inventaron su pasito y no paraban de sacarse fotos y subirlas a su fotolog. En las antípodas, estaban los cumbieros, hijos de clase media baja, que viven en hogares con muchas privaciones y que desarrollaron caminos alternativos para acceder a la moda o productos de consumo masivo. En el medio, una recreación violenta de la lucha entre clases: de los enfrentamientos entre floggers y cumbieros hubo dos muertes antes de que terminara 2008.
Poco después, estas tribus se fueron diluyendo por varias razones. Hubo padres que les pedían a sus hijos que no se vistieran con la ropa que los caracterizaba, por temor a los ataques. "Pero, por otra parte, los chicos fueron creciendo. Muchos empezaron a trabajar o iniciaron la universidad y dejaron de tener tanto tiempo libre. Otros se convirtieron en padres o tuvieron que reenfocar su vida. Así se fueron diluyendo. Pero lo cierto es que, cuando una tribu urbana no tiene una ideología detrás, con el tiempo desaparece, como las modas. Eso pasó con los floggers y un poco también con los cumbieros", explica María José Hooft, responsable de la cátedra Subculturas Juveniles del Instituto Bíblico Río de la Plata, además de autora del libro Tribus urbanas.
"Hay cuatro pilares que sustentan la identidad de una tribu: una estética, el estilo de música, los lugares frecuentados y un lenguaje; eso, sobre la base de una ideología en común", apunta Hooft. Las fronteras entre tribus no son rígidas.
A mediadios de 2008, también aparecieron los emos como la pata local de un movimiento internacional que plasmó en la estética de sus seguidores lo triste y oscuro del mundo personal de los adolescentes.
En pleno auge de las tribus urbanas los especialistas estimaban que entre el 20 y el 30% de los adolescentes se identificaban con alguna. Hoy, no se puede precisar, pero son menos.
¿De dónde surgieron estos grupos de adolescentes casi uniformados que deambulan por la ciudad? "De sus padres", dice el sociólogo Marcelo Urresti, sociólogo de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Cuenta que con sólo analizar las edades de sus integrantes se descubre que son hijos de una generación que vivió una adolescencia de mayores transgresiones. Los adolescentes actuales deben gestar su oposición generacional frente a padres más descontracturados.
"El espacio de transgresiones se ha reducido: está en la radicalización del estilo, lo que lleva a la proliferación de formas musicales, indumentarias, estéticas y presentaciones ante otros que buscan romper la aceptación adulta", asegura..

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